Continuamente
en nuestras conversaciones cotidianas escuchamos
estas dos palabras y además nos dicen (familia, amigos/as, compañeros/as,
jefes/as) que tenemos que ser así. Estas
cualidades son clave en nuestro desarrollo personal y profesional
perfilándonos como personas seguras y fiables ante nosotros mismos y los demás posibilitando oportunidades y
relaciones satisfactorias.
¿Qué son en
realidad? Ser consecuentes es pensar,
decir y hacer lo mismo; cuando nuestras conductas son paralelas a lo que
pensamos (creencias) y valoramos (valores). Si lo complicamos un poco más; la coherencia
es además integrar lo anterior en los valores y creencias del entorno. Pongamos un ejemplo:
Mafalda valora mucho el tiempo libre y
la calidad de vida (como sus compañeros de trabajo) y cree que es fundamental
el descanso. Así lo expresa en la empresa que trabaja y todos los días sin
excepción sale puntualmente de su puesto de trabajo. CONSECUENTE 100%
Esto conlleva que sus compañeros ante proyectos
urgentes deban invertir más tiempo y compensar su ausencia.
¿CUAL SERÍA LA COHERENCIA? Dudosa puesto que la
actuación de Mafalda genera que el resto carezca de ese tiempo libre.
Ser coherentes en
nuestra sociedad, a veces resulta complejo por la lucha existente entre
nuestros intereses y motivos y los del resto. Cuando descubrimos esas
“incoherencias” intentamos taparlas con alguna mentira social aceptable que nos
permita vivir, lo cual todavía complica más el ovillo. ¿Cómo lo deshacemos?.
1.- Cuida tu palabra; comprométete
únicamente a aquello que sepas que vas a cumplir, diferéncialo de una
declaración de intenciones. Las personas generamos expectativas en los demás
a través del lenguaje…Cuídalas!!!
2.- Pide disculpas. Recuerda que todos
(sin excepción) nos equivocamos “Errar es humano pero de sabios es rectificar e
intentar sanar la herida que queda abierta en una relación”.
3.- Actúa alineado/a con tus valores. La plenitud del
ser humano se alcanza cuando vivimos de acuerdo a lo que es realmente
importante para nosotros; ¿Lo conoces? (sigue leyendo las entradas de este
blog, lo descubriremos juntos).
4.- Integra tus deseos y motivos en tu entorno. Antes de expresar
un pensamiento o llevar a cabo una acción pregúntate ¿Y esto, como me afecta a
mi? ¿Y al resto?. ¿Qué cambios supondría?. Estas preguntas te ayudarán a
valorar la idoneidad.
¿Se te ocurren acciones concretas que puedas realizar?