domingo, 17 de noviembre de 2013

Contra el Síndrome de la Invisibilidad en el desempleo

Todos conocemos que España es uno de los países con una mayor tasa de desempleo, según los datos de septiembre de 2013 el 26,6 %. Dentro de esta coyuntura, nuestro trabajo como orientadores es apoyar el acceso al empleo del mayor número de personas apostando por la profesionalidad, la cualificación y el desempeño de un trabajo digno.

Una radiografía de la situación vista por cada uno/a de ellos/as en su día a día puede ser la siguiente:

  • Falta de interés de las personas que recogen el currículum que se entrega.
  • Vergüenza por ir varias veces a preguntar a un mismo sitio si hay trabajo.
  • Ausencia de respuesta en los procesos en los que se está inscrito.
  • Rechazo en ofertas en las que se cumple con el perfil, si bien hay cientos de inscritos.
  • Discriminación en relación a la edad (o demasiado jóvenes, o demasiado mayores si tienes más de 40 años).
  • Otro tipo de discriminaciones en relación a características como la nacionalidad, sexo, apariencia física…etc.
  • Sentimiento de que los esfuerzos terminan en una papelera, como sus currículum.
  • Negación a la entrega de un currículum o a resolver una duda.
  • Sugerencias del tipo “¿Y por qué te van a coger a ti con todos los que hay?”.
  • Condiciones laborales precarias (trabajos de 12 horas remunerados a 4€/hora, cotización a media jornada y un horario laboral más amplio y un sinfín de ejemplos).
Afortunadamente son muchos los valientes que cada día rescatan su sonrisa y se reinventan con un único sueño: ENCONTRAR UN TRABAJO obviando esta amplia lista de dificultades. Al mismo tiempo, otros acumulan desesperanza y desmotivación lo cual, de forma mantenida puede generar depresión, ansiedad y otros trastornos. Hoy en día se conoce como SINDROME DEL DESEMPLEADO el denominado “Síndrome de la invisibilidad”.

Cuando una persona es víctima de este síndrome, siente que “no le ven”. “En esta sociedad, a pesar de la crisis, sólo cuenta la productividad, el parecer o el tener”.
José Buendía

Las consecuencias psicológicas de este síndrome están asociadas a una pérdida de la autoestima en todos los casos, manifestándose de una u otra forma en función de la edad. En jóvenes puede estar asociado a mayor agresividad, reducción del círculo social, depresión, sentimientos de fracaso, pasividad, etc. Las personas de edad adulta suelen manifestar irritabilidad, incomprensión, enfado con el entorno y reducción de la actividad. (Conoce más en: El impacto psicológico del desempleo. José Buendía)

Este post es un “grito” a la colaboración; cada uno de nosotros en mayor o menor medida podemos aportar nuestro granito de arena ¿Cómo?:

  • Si eres trabajador, amigo o familiar:
    • Escuchemos a las personas que se acercan a nuestra puerta buscando trabajo.
    • Sonríe y deséale un buen día. Si es posible pregúntale sus intereses.
    • Empatiza con él o con ella (mañana la situación puede invertirse).
    • Evita frases del tipo: “ uhhh, mira todos los que tenemos aquí”, “no sé para qué vas, ya sabes que el puesto está asignado”, etc.

  • Si eres empresa o departamento de recursos humanos:
    • Valora la profesionalidad y conocimientos y evita leer la fecha de nacimiento en primer lugar.
    • Cierra los procesos publicados en internet.
    • Envía un correo electrónico automático a todo aquel que muestre el interés de trabajar contigo indicándole qué haces con sus datos.
    • Comunica a los interesados/as el resultado de la selección; una plantilla de email es suficiente.
    • Respeta la normativa laboral y evita abusos en las contrataciones. 




HAGAMOS POSIBLE UN CAMBIO Y LA MINIMIZACIÓN DEL SÍNDROME DE INVISIBILIDAD EN PERSONAS DESEMPLEADAS 

lunes, 4 de noviembre de 2013

Responde a tus creencias. El triple filtro de Sócrates

Hace algunos días hablábamos en el blog sobre las creencias dinamizantes o limitantes que todos nosotros tenemos (puedes leerlo aquí). Como primera actividad os pedía que escribieseis todas aquellas creencias limitantes que hubieseis descubierto en vosotros; quizá algunas personas tengan preparada una gran lista que recoge todas ellas y en otros casos puede ocurrir que sepamos que algo no  funciona, no va bien en nosotros y sin embargo nos resulta muy complejo el llegar a definirlo. ¿Es eso normal? ¡Completamente normal! (retomaremos ese tema más adelante).

Muchas de nuestras creencias están tan arraigadas en nosotros que desconocemos cuales son. Nuestro inconsciente sabe que están ahí y modelan nuestra conducta y nuestros pensamientos, si bien operan en un plano alejado de lo racional, de lo controlado por cada uno de nosotros. A veces resultan sorprendentes (“nunca hubiese pensando que eso me ocurría a mi”), otras graciosas (“descubro el kit de la cuestión”) y también humillantes o degradantes para nosotros o para nuestro entorno (“¿Cómo puedo yo pensar semejante barbaridad?”, “eso que jamás reconocerías a otra persona”).  A todos (sin excepción) nos ocurre alguna de estas situaciones, es la estructura de la mente y la forma en la que nuestro cerebro filtra las experiencias y construimos nuestra realidad.

Pero hay una buena noticia, las CREENCIAS SÍ PUEDEN CAMBIARSE. Una vez detectadas aquellas que nos limitan, existen dos mecanismos de cambio:

  • Cuestionarlas. “¿Estoy seguro de que eso es así?” “¿Existe algún otro modo de ver la situación?” “Y si no fuese así ¿Cómo sería?”.
  • Sustituirlas por otras dinamizadoras. En este caso se deberá mantener la intención positiva de toda creencia y realizar cambios paulatinos.
Con el objetivo de que este blog sea una herramienta práctica para todos los que nos seguís y leéis os planteo la siguiente actividad, para la cual cuento con un gran filósofo; SÓCRATES y sus tres filtros.

1.- Lee la siguiente historia con detenimiento.

En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por su sabiduría y por el gran respeto que profesaba a todos. Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:- ¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?
- Espera un minuto - replicó Sócrates. Antes de decirme nada quisiera que pasaras un pequeño examen. Yo lo llamo el examen del triple filtro.- ¿Triple filtro?
-Correcto-continuó Sócrates. Antes de que me hables sobre mi amigo, puede ser una buena idea filtrar tres veces lo que vas a decir. Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro. El primer filtro es la verdad. ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?
- No -dijo el hombre-, realmente solo escuché sobre eso y...- Bien -dijo Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o no.
- Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad. ¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?- No, por el contrario...- Entonces, deseas decirme algo malo sobre él, pero no estás seguro de que sea cierto.
Pero podría querer escucharlo porque queda un filtro: el filtro de la utilidad. ¿Me servirá de algo saber lo que vas a decirme de mi amigo?- No, la verdad que no.
- Bien -concluyó Sócrates-, si lo que deseas decirme no es cierto, ni  bueno, e incluso no es útil ¿para qué querría saberlo?
2.- Escribe el pensamiento/idea (creencia) que te limita en un papel en blanco y responde al triple filtro”.
Creencia limitante:

  • VERDAD-¿Estoy  al 100% seguro/a de que ese pensamiento es una verdad categórica?
  • BONDAD-¿Esa creencia es buena para mí?
  • UTILIDAD-Por último ¿Me resulta útil pensar de ese modo?
3.- Después de aplicar el triple filtro, ¿de qué te has dado cuenta?. Establece tus conclusiones
Conclusiones:

 ¿Te ha ayudado el ejercicio? ¿Has respondido a tu creencia limitante?
¡En el siguiente post te ayudamos a desenmascararlas!