El
comportamiento y nuestros sentimientos están determinados por lo significados
que otorgamos a cada hecho que ocurre en nuestra vida. Actuamos y nos sentimos de
una u otra forma en base a si entendemos algo como bueno o malo para nosotros o
los demás, como justo o injusto, como cierto o falso, etc. En definitiva
actuamos y sentimos en función de nuestras CREENCIAS sobre nosotros mismos, los
demás y el mundo.
Una
CREENCIA es un juicio, una verdad que cada uno de nosotros tenemos acerca de
algo (un hecho/acontecimiento, una persona, un objeto, etc); se trata de un
convencimiento propio de que las cosas son ciertas o reales.
Como
juicio o convencimiento propio, estas creencias pueden o no ser reales de forma
objetiva. Todos tenemos dos tipos de creencias:
1.-
Creencias dinamizadoras: Aquellas
que nos impulsan a actuar, que nos aportan valor y determinación (ejemplo:
Estoy segura de que esta crisis está cercana a su fin).
2.-
Creencias limitantes: Aquellas que
nos desestabilizan, que restringen o anulan las posibilidades de acción y
generan sentimientos y emociones negativas. (Ejemplo: Esta crisis nunca va a terminar, va a acabar con todos
nosotros).
Ambos
tipos de creencias, en su origen han tenido una intención positiva, es decir, pensamos así porque en un momento
dado, en su surgimiento, esa idea u opción nos resultó válida. Poco a poco, esa
idea se vuelve permanente en nuestro celebro (porque se repite y funciona más
veces) constituyéndose como una creencia, sobre la cual ya no reflexionamos y
le otorgamos el cartel de “veraz”. Esta creencia (la que ya no cuestionarnos) puede
ser dinamizante o limitante en la actualidad.
Pongamos
un ejemplo acerca de una creencia muy extendida: “Muchos de los que emprenden
en estos momentos fracasan”. Posiblemente durante estos últimos años hemos
acumulado datos sobre fracasos y evidencias que nos llevan a afirmar esa idea;
ahora bien, imaginemos que nuestra pareja quiere emprender un negocio ¿Cómo actuaremos?.
Posiblemente con esa creencia impregnada en nosotros le diremos cosas como: “en
menudo lío te vas a meter, mejor busca un trabajo”, “al final, terminarás con
muchas deudas” “no sé para qué te esfuerzas, si te van a poner un montón de
problemas”…etc. Todas estas afirmaciones ¿potencian o limitan a nuestra pareja?.
Creo que la respuesta es obvia, LA LIMITAN.
Estas
creencias limitantes van a estar condicionando nuestro sentir y nuestro
comportamiento, lo cual afecta al desarrollo
y crecimiento personal así como a nuestra felicidad.
Un
primer y fundamental paso si deseamos modificar esto es la identificación de
esas creencias limitantes, para lo cual os facilito un truco: pensar en esas
ideas redundantes que acuden a nuestro pensamiento una y otra vez en relación a
un mismo tema y que generan en nosotros emociones negativas.
Algunas
creencias limitantes muy extendidas son:
- “ Soy así y no puedo cambiar”
- “Soy poco inteligente, me cuesta
aprender”
- “Si gano más dinero, mis problemas
desaparecerán”
- “Todo el mundo piensa que las rubias
somos tontas”
- “Los políticos tienen la culpa de todo
lo que nos pasa”
- “Me tengo que encargar yo de las cosas
porque si no, no salen”
- “Si hago…….me querrán más”
- “Lo hace para hacerme daño/fastidiarme”
Quizá
alguna de estas creencias te haya hecho reflexionar e incluso ha podido dar “en
el clavo”. ¿Qué te parece dar el primer paso? ¿Te animas a escribir tus
creencias limitantes?. En los siguientes post veremos la forma de modificar y
trabajar estas creencias.
LAS CREENCIAS SÍ PUEDEN
CAMBIARSE
SI CAMBIAS TUS CREENCIAS, CAMBIAS TÚ
TODO CAMBIO COMIENZA EN UNO MISMO
PODEMOS ELEGIR QUÉ PENSAR